"QUÉ AMABLES SON TUS MORADAS SEÑOR...
... MI ALMA SUSPIRA Y ANHELA LOS ATRIOS DEL SEÑOR"
(Sal 84)

sábado, 22 de enero de 2011

PALABRA Y SILENCIO



"Estos son los dos extremos que se tocan que nutren al ser.
Palabra y silencio, son la bases de todo auténtico dialogo humano. ¿Podemos realmente escuchar a quien nos habla, si no nos ponemos en una situación de escucha? ¿Y cómo lograrlo si no acallamos, por un momento al menos, nuestra continua necesidad de hablar para ser el centro de atención?
Muy menudo nuestras conversaciones son en realidad monólogos.

Me decia la madre Abadesa: Para aprender a dialogar con Dios, conscientes de que el elemento quizás más carásteristico de la religión revelada consiste justamente en que Dios habla al hombre y le pide que escuche, para enseñar al hombre hablar con EL.



La regla de San Benito comienza asi, con un fuerte llamamiento a la disponibilidad interior, a la escucha que conecta rápidamente con la obediencia: Escucha hijo...y abre dócilmente tu corazón...para que puedas volver mediante el esfuerzo de la obediencia a Aquel del que te alejaste por la pereza de la desobediencia"

                                                                           Alessandra Borghesse
                                                                                -Sed de Dios- ed. Rialp


Ante este estracto ¿qué puedo decir? es tan importante la escucha. Asi empieza el Señor en el Dt, 6, 4ss  : "Escucha Israel...
Porque para estar en esta capacidad de escucha, tienes que olvidarte de ti y entrar en la nada para tener esa disponibilidad seria, y es tremendamente dificil si se obvia esto.
Nuestro Padre nos dá las directrices y las pautas para entrar en ese anonimato e implicarnos de lleno en el otro, que es el mismo Cristo.


8 comentarios:

  1. Has metido el dedo en la llaga.
    Todo empieza en una ESCUCHA atenta.
    Antes de que Israel se enterara de que debía amar a Dios, éste le invitó a ESCUCHAR.
    Un beso.
    Balbi.

    ResponderEliminar
  2. Con la unción del Espíritu Santo..!
    Un beso Lah

    ResponderEliminar
  3. Aprender a escuchar, en silencio, con paciencia y humildad. Y así entrar en la intimidad del Señor
    Uff

    ResponderEliminar
  4. En el silencio se descubre la presencia de Nuestro Señor. Un abrazo.

    ResponderEliminar
  5. A mí "se me da bien" la oración vocal (creo que es un don que Dios me dio, adquirido en un momento de mi caminar espiritual, yo al principio no era capaz de rezar y de la noche a la mañana todo cambio); pero, sin embargo, sentarme delante del santísimo en silencio me cuesta horrores (y eso que voy de vez en cuando a la adoración, pero rezo el rosario en voz baja, hablo con el Señor, leo la Palabra de Dios o me distraigo), no soy capaz de escuchar, simplemente no sé, es muy difícil para mí...

    ResponderEliminar
  6. Pues parece que el Espíritu nos da lo mismo, porque llevo unos días con el pensamiento lleno de anhelo de silencio, lo necesito taaanto, pero no se "hacerlo", ni cómo "escuchar".

    La paz

    ResponderEliminar
  7. Es verdad, escuchar, y para hacerlo bien, primero silencio interior, vacío.

    ResponderEliminar
  8. El paso de los años me enseña a escuchar cada vez más. Uno va descubriendo el valor de las cosas después de haberlas perdido y mucho de lo perdido se produce por no saber callar y escuchar. Gracias
    Un beso

    ResponderEliminar

Bienvenido y gracias por dejar tu comentario - siempre que sea respetuoso con lo que se expone aqui-